La obesidad es actualmente la enfermedad más prevalente en nuestro país, aunque también es la más infradiagnosticada.
La genética, los factores ambientales y la epigenética influyen en su desarrollo.
Hablamos de ello con el Dr. Federico Relimpio, endocrinólogo y experto en el tratamiento de la obesidad.
Doctor, ¿a qué llamamos obesidad y obesidad mórbida?
La Organización Mundial de la Salud la define perfectamente: “La obesidad y el sobrepeso se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. Un índice de masa corporal (IMC) superior a 25 se considera sobrepeso, y superior a 30, obesidad».
El IMC se calcula dividiendo el peso en kilos entre la talla en metros al cuadrado. Un IMC superior a 40 define conlleva obesidad mórbida.
¿Podríamos decir que la obesidad es una enfermedad?
De nuevo, voy a tirar de la definición de enfermedad de la Organización Mundial de la Salud: “alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por causas en general conocidas, manifestada por síntomas y signos característicos, y cuya evolución es más o menos previsible”. Existe un consenso clínico sobre la consideración de la obesidad como enfermedad.
¿Qué riesgos conlleva?
De un modo muy resumido, la obesidad puede generar enfermedades cardíacas, diabetes, presión arterial alta y determinados tipos de cáncer.
¿Tipos de obesidad según IMC?
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Sobrepeso (no obesidad), si el IMC es de 25.0 a 29.9.
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Obesidad clase 1 (de bajo riesgo), si el IMC es de 30 a 34.9.
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Obesidad clase 2 (riesgo moderado), si el IMC es de 35 a 39.9.
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Obesidad clase 3 (o mórbida) (de alto riesgo), si el IMC es igual o mayor a 40.
¿Cuánto pesaría una persona con obesidad mórbida?
Depende de la estatura. Por ejemplo, una persona de 100 Kg tendría obesidad mórbida si midiese 153 cm de alto (IMC 42,71), pero solo tendría sobrepeso leve caso de medir 193 cm (IMC 26,84).
¿Cuáles son las causas de la obesidad mórbida? ¿Existe algún componente genético?
La respuesta es compleja y actualmente está en investigación. Hay factores genéticos, no cabe duda, pero los ambientales son mucho más importantes.
¿Qué incidencia tiene en la población?
Los datos más recientes del Ministerio de Sanidad estiman una prevalencia del 16% de obesidad (IMC igual a superior a 30), con una gran variabilidad entre CCAA, siendo la máxima en Andalucía (19.7%). Pero lo peor es cómo afecta a niños y adolescentes, y la tendencia que presenta el problema.
¿Qué pruebas se realizan para diagnosticar la obesidad?
Para diagnosticar la enfermedad basta con tallar y pesar a la persona, y calcular su IMC.
¿Qué trastornos adicionales puede acarrear esta enfermedad?
Además de los riesgos que he mencionado antes, existe un mayor riesgo de artrosis y otros problemas músculo esqueléticos. Y debe comentarse de igual modo el estigma que comporta. Al ser una enfermedad visible, puede acarrear discriminaciones, más o menos evidentes. Todo ello repercute en una baja autoestima y una elevada prevalencia de problemas emocionales.
¿Cómo se trata la obesidad?
Hay un doble enfoque. El más importante, el que más incide en la población, es el abordaje comunitario. De entrada, debemos transmitir a la población lo que sabemos de obesidad y empezar a tomar medidas al respecto. Restringir, por ejemplo, la alimentación calórica, especialmente en la infancia y favorecer una alimentación alternativa, de alta capacidad saciante y protectora de la salud. Pero, además, debemos insistir en la promoción del ejercicio moderado, desde la infancia a los mayores. A través de estas medidas, podríamos vencer a la obesidad como problema de salud pública. El segundo aspecto es el individual y familiar, centrado en las peculiaridades médicas del paciente y su entorno.
¿Qué papel juega el paciente en su tratamiento?
Lo personal es clave en el tratamiento. Porque, no debemos olvidarlo, es un tratamiento de por vida de un paciente en relación a su entorno. Un entorno que celebra, festeja o se reúne en torno a la comida. Más que hacerle sentirse un enfermo – con lo que ello conlleva -, el abordaje individual del paciente obeso requiere vigorizar una serie de mecanismos personales para salir de la enfermedad o, al menos, para aliviarla. La interacción entre el médico y el paciente debería orientarse a comprender la enfermedad, detectar elementos adictivos en la alimentación, así como el trazado de una hoja de ruta – acompañada – que permita al paciente recuperar la autoestima y el control del impulso.