Dra. Ángeles Prada
Directora médica del Hospital
Hospital Victoria Eugenia Cruz Roja
Artrosis y deporte
En este artículo se pretende realizar un doble enfoque del ejercicio físico como pauta terapéutica de la artrosis, así como de los riesgos que puede conllevar el ejercicio en una articulación artrósica.
¿Qué es la artrosis?
La artrosis se define como un proceso patológico de causa multifactorial que conduce a una degeneración del cartílago articular, como consecuencia del envejecimiento, manifestación del desgaste natural o resultado de una mecánica articular anormal.
Atendiendo a esta doble vertiente o enfoque que hacía referencia al inicio de este artículo, habría que preguntarse ¿produce artrosis el ejercicio físico?
Lesiones deportivas que pueden provocar artrosis
Si se realiza una revisión bibliográfica al respecto, se encuentran numerosos estudios que exponen diversas lesiones músculo-esqueléticas que puede producir un proceso artrósico en la población deportiva.
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Traumatismos cíclicos repetitivos asociados a lesión aguda.
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Extirpación completa del menisco por desgarro de éste.
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Extirpación del menisco asociada a desgarro del ligamento cruzado anterior de la rodilla
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Fracturas intraarticulares
Todos los estudios de campo que se han realizado con animales, han mostrado en poblaciones diferentes que el riesgo de padecer artrosis depende del tipo de de actividad física que se realice.
En cambio cuando se analiza la relación del ejercicio físico como factor causal de la artrosis en el hombre, nos surge un problema y es la escasez de estudios prospectivos controlados sobre los efectos a largo plazo de ejercicio sobre el sistema músculo-esquelético.
Factores de riesgo asociados a la artrosis
No obstante, existen muchos factores asociados con el proceso de artrosis como son:
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Edad (aumenta de forma exponencial a partir de los 50-55 años).
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Herencia (la contribución genética en el desarrollo de la artrosis se ha estimado en un 65%).
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Sexo (mayor prevalencia en mujeres; las mujeres son más propensas a la osteoartritis de manos y rodillas, mientras que los hombres a la artritis de cadera).
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Etnia o raza.
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Región geográfica.
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Hábitos corporales.
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Densidad ósea.
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Obesidad (el sobrepeso provoca que las articulaciones carguen más peso y propicie el desgaste articular).
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Factores biomecánicos, etc.
Artrosis y deporte
En definitiva, la actividad físico-deportiva pueden precipitar la artrosis o no tener efecto sobre ella o bien pueden agravar una artrosis ya existente.
Se pueden considerar dos tipos de actividad físico-deportivas:
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Deportes de colisión (fútbol, rugby)
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Deportes de sobrecarga repetitiva con producción de múltiples microtraumatismos (esquí o la carrera).
Por tanto, los deportes de colisión presentan una mayor tendencia a desarrollar cambios artrósicos por ser mayores las alteraciones de fuerza y estabilidad muscular. En cambio, los corredores someten a sus articulaciones a compresiones repetitivas que pueden producir cambios articulares.
Atendiendo a lo expuesto, cabría preguntarse,
¿Es posible pensar en el ejercicio físico como terapia de la artrosis?…
En efecto la actividad física se puede considerar como un método terapéutico que reduce ciertos signos y síntomas de este cuadro articular como:
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Corrección de la pérdida de masa muscular y debilidad por desuso, consiguiendo una buena puesta en forma músculo-esquelética.
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Aumento de la fuerza muscular periarticular para proteger a la articulación de lesiones y agresiones biomecánicas.
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Mayor difusión intraarticular de nutrientes por mejora del bombeo sanguíneo mediante ejercicio en cargas.
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Estimulación más efectiva del cartílago a través de la acción compresiva de la carga.
Para finalizar, tenemos que enfatizar que aquellas personas afectas de esta patología que inician un programa de actividad físico-deportiva de forma regular, mejoran de forma notable su estado funcional, su capacidad para llevar a cabo sus actividades cotidianas y diversos aspectos subjetivos que repercuten de forma muy positiva sobre su calidad de vida.